En el concepto de
globalización conviene distinguir dos significaciones. Por un lado, la
globalización económica, que es, sin duda, una arista esencial del fenómeno
total. Ella ha tenido como instrumento fundamental en su despliegue a las
empresas multinacionales (ET). Por otro lado, la globalización en su sentido
amplio, cultural y social. Ella está fuertemente ligada a la expansión de las
tecnologías de la información y la comunicación (TICs). Comportamientos políticos,
actitudes sociales y problemáticas psicológicas, forman parte de la
mundialización tomada en este sentido.
Ambos procesos –el económico y el cultural- se retroalimentan. Los dos
están entroncados con fenómenos políticos, sociales y tecnológicos y, desde
ahí, impactan al hombre común. Su cotidianeidad no permanece invariada.
Nicholas Carr, entre otras afirmaciones dice: “La tecnología… no es neutral,
cambia las normas sociales e influye en nuestras elecciones”. Si esta
aseveración contuviese sólo un cierto grado de verdad aún sería relevante como
para justificar nuestra preocupación.
Los procesos estudiados por Carr son generales y, probablemente, ocurren
con algunas diferencias, leves o agudas, en todas las sociedades que
experimentan la participación en la vorágine de innovaciones tecnológicas que
se expanden por el mercado global. Encontrar especificidades respecto de ellos
para el caso de los países de América Latina necesitaría la realización de un
programa de investigaciones empíricas.
Chile, como otros países de la región, ha experimentado desde las dos
últimas décadas del siglo pasado las ventajas y los peligros de la inserción en
el mundo global. El país ha tenido un importante crecimiento económico, pero
dependiente de los vaivenes del mercado mundial. Las innovaciones tecnológicas,
han tenido una entusiasta (y, de algunas, masiva) recepción. La brusca
exposición a tales tecnologías y a la influencia de la cultura, de los
comportamientos y del cotidiano devenir de sociedades extranjeras, centrales y
emergentes, ha impulsado un cambio rápido de los valores y las conductas, aún
no enteramente internalizados.
El actual proceso de globalización económica y las TICs, aunque tienen una
estrecha relación, son fenómenos independientes, difieren por su origen. Estas
tecnologías reconocen sus inicios con anterioridad a los acontecimientos
sociales y políticos que abrieron las posibilidades de la constitución de un
mercado global. El principal de ellos fue la caída de los “socialismos reales”
los que separaban económica y geográficamente al mercado capitalista del
socialista. Por otro lado, la expansión de las TICs es transversal, va más allá
de los confines del llamado “mercado global”, que en realidad deja fuera
porciones significativas de la geografía mundial. Al interior de las sociedades
excluye a amplios sectores; algunos porque se ubican en zonas apartadas de los
centros urbanos y, los más, por ser simplemente irrelevantes para la economía
moderna. Son los excluidos que quedan fuera de la globalización, en especial de
sus aspectos económicos. En realidad, las unidades económicas, sociales y
culturales no se articulan en el nuevo sistema económico y tecnológico por
países sino por redes. Las ciudades principales son las residencias más
habituales de las unidades que se incorporan a estas redes.
Todo ello lo podemos comprobar en las recientes movilizaciones sociales
ocurridas en muy variados países y culturas. Ellas han puesto en evidencia la
penetración de las TICs en la sociedad, más allá del mercado. Existe la
convicción de que el correo electrónico, los mensajes vía celular, las redes
sociales de internet han tenido un importante rol en las movilizaciones
sociales y políticas que han ocurrido últimamente en sociedades cerradas, con
gobiernos autoritarios. Tal es el caso de las movilizaciones populares
realizadas a partir de enero de 2011 en países del norte de África, donde ha
quedado claro para todos (también para los respectivos gobiernos) que Internet
con sus redes sociales y correos, también los celulares, han tenido un rol
extraordinario en la gestación y organización de las movilizaciones populares.
También movilizaciones ciudadanas en países con gobiernos democráticos se han
gestado y ocurrido con la ayuda de dichos instrumentos, aptos para una convocatoria
rápida y masiva. Tales los casos de Chile, España, Israel y otros.
Incluso los gobiernos se están incorporando a la utilización de Twitter,
Facebook, Youtube y otros cuando autoridades dan a conocer su pensamiento sobre
acontecimientos relevantes. Algunos de ellos han preparado instructivos para
sus funcionarios acerca del modo en que deben usar las redes sociales, como es
el caso de Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia y Cataluña en España. La
prensa ha informado que el gobierno de Chile está haciendo algo semejante.
No obstante, no todos los
sectores sociales chilenos han incorporado en su quehacer el amplio rango de
oportunidades que les ofrece la Sociedad de la Información. Así, por ejemplo,
los partidos políticos, en especial los parlamentarios, constituyen un sector
que no ha mostrado la necesaria diligencia para beneficiarse en su trabajo
político del uso de las nuevas tecnologías para interactuar con los ciudadanos,
a pesar de las facilidades que les ofrece el Estado. Sin
embargo, organismos del Estado chileno, el sistema financiero, universidades,
diversas organizaciones sociales y personas interesadas (jóvenes, en especial)
han adelantado bastante en el uso de estas tecnologías.
La globalización es ambivalente, trae buenas y malas nuevas; avances y
regresiones. Sus posibilidades abren unas perspectivas auspiciosas y otras
peligrosas. Así también ocurre con las nuevas tecnologías. No se puede dar por sentado que su utilidad sea
neutral; que sus posibilidades sean todas convenientes; también ellas pueden
traer serios problemas. Son tiempos en que las certezas se imbrican con las
incertidumbres. El fenómeno de la globalización en sus
vertientes económica, social y cultural, junto a otros procesos, han estado
produciendo un quiebre imposible de desdeñar, en pleno desarrollo, que está
cambiando al país y a sus habitantes. Es una de las razones de la
desorientación generalizada que es posible advertir en nuestra elite política.
Fuente: https://www.elquintopoder.cl/tecnologia/globalizacion-y-nuevas-tecnologias/
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